Este año, el trabajo que me propusieron realizar las Hermanas Misioneras de los Sagrados Corazones de Jesús y María en Rukara/Ruanda, fue hacer el voluntariado en el Centro Nutricional de Rukara durante tres meses. Todos los días el centro nutricional tiene una gran actividad, muy temprano, las mujeres acuden allí para trabajar en los campos, buscar la harina para sus hogares y también acuden con sus hijos para que se les realicen los seguimientos de control sanitario periódicos donde se pesan, miden para ver las tallas y se supervisan las vacunas de los niños.

Es así cómo se detectan muchos casos de desnutrición y es entonces cuando los niños deben quedarse en el centro durante unos meses para tratar la desnutrición y todos los problemas que de esta enfermedad se derivan.

Estos niños, cada uno con su historia, son un reclamo para reconocer el valor de la vida de cada uno de ellos y para que nosotros le pongamos un rostro concreto a la pobreza y sus consecuencias. Cada día, en la mañana, me preguntaba qué debía hacer con los niños, cómo entretenerlos, qué enseñarles, qué juegos y canciones preparar... pero sentía una desproporción e impotencia para poder trabajar ya que son muchas las necesidades.

El Centro Nutricional de Rukara está lleno de historias, de relaciones, de encuentros, de vidas reales de hombres, mujeres y niños, que las hermanas Misioneras de los Sagrados Corazones de Jesús y María, conscientes de la profunda belleza de la existencia, tejen con amor, humildad y pobreza para reconocer a Cristo en este bello rincón de África y seguir "Salvando Almas".

María Aránzazu Gorostiza
Abril 2025